Pomponio Mela (I, 12), a mediados del siglo I, afirmaba que: “Los fenicios fueron una raza inteligente, que prosperó en paz y en guerra. Fueron excelentes en escritura y literatura, y en otras artes; en marinería, en el arte de la guerra naval y en el dominio de un imperio”.
Mitos y leyendas.
Apolodoro (II, 1, 4; III, 1, 1) cuenta que: “...de Libia y Posidón nacieron gemelos, Agénor y Belo. Agénor marchó a Fenicia donde reinó y fue origen de la gran estirpe; por ello diferiremos hablar de él. Belo permaneció en Egipto y fue rey; se casó con Anquíno, hija de Nilo, y tuvo hijos gemelos, Egipto y Dánao, y según Eurípides además Cefeo y Fineo...Agénor marchó a Fenicia, donde, casado con Telefasa, procreó una hija, Europa, e hijos Cadmo, Fénix y Cílix; algunos dicen que Europa no era hija de Agénor sino de Fénix. Zeus, enamorado de ella, se transformó en un toro manso y sobre su lomo la llevó por mar hasta Creta. Unida allí a Zeus engendró a Minos, Sarpedón y Radamantis; pero según Homero Sarpedón era hijo de Zeus y Laodamía, hija de Belerofontes. Cuando Europa despareció, su padre, Agénor envió a los hijos en su busca, prohibiéndoles regresar sin ella. También fueron con ellos su madre Telefasa, y Taso, hijo de Posidón, o, según Ferecides, de Cílix. Incapaces de encontrarla tras intensa búsqueda, determinaron no volver a su hogar y se establecieron en diferentes regiones; Fénix en Fenicia, y Cílix cerca, y toda la zona bajo su dominio, cerca del río Píramo, la llamó Cilicia. Cadmo y Telefasa vivieron en Tracia; igualmente Taso, tras fundar la ciudad de Tasos en un isla cerca de Tracia, la habitó”.
Pausanias (V, 25, 12), por su parte, dice que: “Los de Tasos, que proceden de los fenicios que con Taso hijo de Agénor partieron de Tiro y de toda Fenicia en busca de Europa, ofrecieron en Olimpia un Hércules cuya base es, como la misma estatua, de bronce. La altura de la estatua es de diez codos, tiene la clava en la mano derecha y en la izquierda el arco. He oído que en Tasos veneraban al mismo Heracles que los tirios (Melkart), pero que al unirse a los griegos rindieron también culto a Heracles hijo de Anfitrión”. Y en otra ocasión (VII, 5, 5) : “Gozarías también en el Heracleión de Eritras y en el templo de Atenea de Priene, en este último lugar por su imagen, en aquel por su antigüedad. La imagen aludida no se parece ni a las llamadas Eginéticas ni a las atenienses antiguas, sino que en todo caso es precisamente egipcia. Arribó una almadia que trajo al dios desde Tiro de Fenicia”.
Del mismo autor (IX, 27, 6-8) es la siguiente información: “También hay en Tespias un santuario de Heracles cuya sacerdotisa hasta su muerte es una doncella...Además este templo me pareció más antiguo que la época de Heracles hijo de Anfitrión, y más bien de Heracles, uno de los dáctilos de Ida, del que vi que tenían santuarios los de Eritras en Jonia y los tirios. Sin embargo, los beocios tampoco desconocían el nombre de este Heracles, puesto que dicen que el templo de Deméter Micalesia fue fundado por Heracles Ideo”.
Heródoto, que escribía en el siglo V a. C., recoge también el eco de tales leyendas y de las tempranas navegaciones de los fenicios. A propósito del santuario de Afrodita urania en Ascalón (I, 105, 3) comenta: “...por cierto que este santuario, según he podido saber por mis averiguaciones, es el más antiguo de todos los santuarios consagrados a esa diosa, pues incluso el de Chipre, a decir de los propios chipriotas, tuvo en él su origen y fueron unos fenicios procedentes de esa parte de Siria quienes fundaron el de Citera”. Más adelante, con ocasión de contar su viaje a Tiro (II, 44) cuenta: “Y, con ánimo de obtener sobre el particular alguna información precisa de quienes podían proporcionármela, navegue también hasta Tiro de Fenicia, al enterarme de que allí había un santuario consagrado a Heracles. Lo vi ricamente adornado y, entre muchas otras ofrendas, en él había dos estelas, la una de oro puro y la otra de esmeralda que de noche refulgía extraordinariamente. Y, al entrar en conversaciones con los sacerdotes del dios, les pregunté cuanto tiempo hacia que habían erigido el santuario y comprobé que ellos tampoco coincidían con los griegos, pues sostenían que el santuario del dios había sido erigido al tiempo de fundarse Tiro y que hacía dos mil trescientos años que habitaban la ciudad. En Tiro, por cierto, vi también otro santuario dedicado a Heracles bajo la advocación de Tasio. Y me llegué, así mismo, a Tasos, en donde encontré un santuario de Heracles erigido por los fenicios que zarparon en busca de Europa y fundaron Tasos; y estos hechos son anteriores, por lo menos en cinco generaciones, al nacimiento de Heracles, hijo de Anfitrión, en Grecia”.
Esta información se complementa con esta otra del mismo autor en relación a las minas de Tasos (VI, 47): “Yo he visto con mis propios ojos dichas minas y, entre ellas, eran particularmente curiosísismas las que descubrieron los fenicios que acompañaron a Taso en la colonización de esa isla (que recibe su actual nombre en memoria de Taso, el citado fenicio). Esas minas que se remontan a los fenicios se hallan en Tasos entre dos parajes denominados Enira y Cenira, frente a Samotracia; consisten en un gran monte que, en el curso de las prospecciones, ha quedado derruido ”.
En otros muchos pasajes menciona Heródoto la presencia de fenicios llegados a Grecia. Asi con ocasión de discutir la influencia egipcia en los dioses griegos, y a propósito de Dionisos (II, 49, 3) dice: “Más bien, se me antoja que Melampo debió aprender el ritual dionisíaco de Cadmo de Tiro y de los que con él llegaron, procedentes de Fenicia, a la región que en la actualidad se llama Beocia”. Y en otro lugar(V, 58) de su obra añade: “ Y por cierto que, al instalarse en la región que he citado, esos fenicios que llegaron con Cadmo -entre quienes se encontraban los Gefireos- introdujeron en Grecia muy diversos conocimientos, entre los que hay que destacar el alfabeto, ya que, en mi opinión, los griegos hasta entonces no disponían de él...”
Respecto a la fundación del oráculo de Dodona dice también Herodoto (II, 54): “Y a propósito de los oráculos de Zeus de Grecia y Libia, los egipcios cuentan la siguiente historia. Los sacerdotes de Zeus tebano me dijeron que dos mujeres consagradas a la divinidad fueron raptadas de Tebas por unos fenicios, y que tuvieron noticia de que la una fue vendida en Libia y la otra en territorio griego; pues bien, estas mujeres fueron las primeras que fundaron los oráculos en los susodichos pueblos ”.
La expansión marítima.
Tucídides (I, 8), por su parte cuenta como los fenicios fueron precursores de los griegos en las navegaciones por el Mediterráneo y en la fundación de colonias. Al comienzo de su obra, hablando de las ciudades antiguas, construidas lejos del mar por temor a los piratas, dice: “Y no menos piratas eran los isleños que eran carios y fenicios. Habitaban la mayor parte de las islas y la prueba de ello héla aquí: cuando Delos fue purificada por los atenienses en el transcurso de la guerra que nos ocupa, y fueron abiertas las tumbas de los muertos que había en la isla, se encontaron con que más de la mistad eran carias, según fueron reconocidas por el atuendo de las armas que allí había enterradas y por la manera en que hoy aún entierran. Más una vez construida la escuadra de Minos, fue más fácil la navegación entre ellos, ya que éste desalojó de la isla a los piratas, al tiempo que establecía colonias en la mayoría de ellas...”.
Y, más adelante, el mismo Tucídides (VI, 2, 6) hablando de Sicilia afirma: “También los fenicios tenían asentamientos en todo el contorno de Sicilia, ya que se habían adueñado de los promontorios que dominan el mar, así como de las pequeñas islas vecinas a la costa, con vistas a sus intercambios comerciales con los sículos. Sin embargo, cuando los griegos comenzaron a arribar por mar en gran número, abandonaron aquellos la mayor parte de sus posesiones y se limitaron a habitar, en las cercanías de los élimos, Motia, Solunte y Panormo. Y ello tanto porque confiaban en la alianza de los élimos, como porque desde allí es más corta la travesía desde Cartago a Sicilia.”
Diodoro de Sicilia (V, 20) cuenta que: “Los fenicios, que, desde una época lejana, navegaban sin cesar para hacer comercio, habían fundado muchas colonias sobre las costas de Libia y un cierto número de otras en las regiones occidentales de Europa. Habiendo triunfado en sus empresas, acumularon grandes riquezas y resolvieron navegar hacia el mar que se extiende fuera de las Columnas de Hércules, y que es llamado Océano. En primer lugar fundaron en Europa, cerca del paso de las Columnas, una ciudad a la que, por ser una península, dieron el nombre de Gadeira, y en ella dispusieron todo como convenía a la naturaleza del lugar, así como un suntuoso templo dedicado a Heracles, e introdujeron magníficos sacrificios celebrados a la manera fenicia “.
La fundación de Gadir, Lixus y Utica.
Según el testimonio de Veleyo Patérculo (1,2,3): “Por aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve. Pocos años más tarde, en Africa fue fundada por los mismos Utica.”, quien fecha el acontecimiento en tiempos del retorno de los Heráclidas, unos ochenta años después de la caída de Troya. Como este último suceso era tradicionalmente situado en el año 1184 a. C., la fundación de la colonia tiria se remontaría, por lo tanto al 1104 a. C.
Plinio (N.H., XVI, 40; XIX) afirma que el templo de Melkart en Lixus era en algún tiempo anterior a aquel de Gadir: “...Hay también una malva arbórea en Mauritania, en el opidum de Lixus, sito sobre un estero, lugar donde antes estuvieron, según se cuenta, los huertos de las Hespérides, a 200 pasos del Océano, junto al templo de Hércules, que dicen es más antiguo que el gaditano ”, y que Utica se remontaba en su antigüedad a mil ciento setenta y ocho años antes de aquel en que él mismo escribía: “Memorable también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1178 años ”, Como quiera que éste era el 77 d.C., la fecha de la fundación de Utica se remontaría hasta el 1101 a.C.
Por su parte, Estrabón (I, 3, 2.) dice que la fundación de Gadir aconteció poco después de la Guerra de Troya: “Los fenicios navegaron por fuera de las Columnas de Hércules y fundaron ciudades, no sólo allí, sino también en medio de las costas de Libia, poco después de la guerra troyana”. Y en otro pasaje (III, 2, 14) añade: “Pero las primeras noticias fueron debidas a los fenicios, que dueños de la mayor parte de Iberia y de Libia desde antes de la época de Homero, quedaron en posesión de estas regiones hasta la destrucción de su hegemonía por los romanos ”. Asi mismo afirma (III, 2, 13) que: “la expedición de Heracles y la de los fenicios a estos parajes le dieron ( a Homero), de sus habitantes la idea de un pueblo rico y de buena condición...”
Pomponio Mela (III, 6, 46) atribuye aunque de una manera muy vaga la fundación de Gadir a las mismas fechas que Plinio y Patérculo: “Cerca de litoral que acabamos de costear en el ángulo de la Bética, se hallan muchas islas poco conocidas y hasta sin nombre; pero, entre ellas, la que no conviene olvidar es la de Gades, que confina con el Estrecho y se halla separada del continente por un pequeño brazo de mar semejante a un río. Del lado de la tierra firme es casi recta; del lado que mira al mar se eleva y forma, en medio de la costa, una curva, terminada por dos promontorios, en uno de los cuales hay una ciudad floreciente del mismo nombre que la isla, y en el otro, un templo de Hércules Egipcio, célebre por sus fundadores, por su veneración, por su antigüedad y por sus riquezas. Fue construido por los tirios; su santidad estriba en guardar las cenizas (de Hércules); los años que tiene se cuentan desde la guerra de Troya”.
El propio Estrabón (III, 5,5) recoge, al respecto, una noticia de Posidonio: “Sobre la fundación de Gadir he aquí lo que dicen recordar sus habitantes: que un cierto oráculo mandó fundar a los tirios un establecimiento en las Columnas de Hércules; los enviados para hacer la exploración llegaron hasta el estrecho que hay junto a Kalpe (Gibraltar), y creyeron que los promontorios que forman el estrecho eran los confines de la tierra habitada y el término de las empresas de Hércules; suponiendo entonces que allí estaban las Columnas de las que había hablado el oráculo, echaron el ancla en cierto lugar de más acá de las Columnas, allí donde hoy se levanta la ciudad de los exitanos. Más como en este punto de la costa ofreciesen un sacrificio a los dioses y las víctimas no fueran propicias, entonces se volvieron. Tiempo después, los enviados atravesaron el estrecho, llegando hasta una isla consagrada a Hércules, situada junto a Onoba, ciudad de Iberia, y a unos mil quinientos estadios fuera del estrecho; como creyeron que estaban allí las Columnas, sacrificaron de nuevo a los dioses; más otra vez fueron adversas las víctimas y regresaron a la patria. En la tercera expedición fundaron Gadir, y alzaron el santuario en la parte oriental de la isla, y la ciudad en la occidental ”.
Las causas de la expansión fenicia.
Diodoro de Sicilia (V, 35, 4-5) la atribuye a la búsqueda de metales y hace hincapié en el intercambio desigual que proporcionó a los fenicios grandes ganancias: “Siendo desconocido este uso (de la plata) entre los naturales del país, los fenicios lo utilizaban para sus ganancias comerciales, y cuando se dieron cuenta de ello adquirieron la plata a cambio de pequeñas mercancías. Así, los fenicios que la llevaron hasta Grecia y Asia, y todos los otros pueblos, adquirieron grandes riquezas. Hasta tal punto se esforzaron los mercaderes en su afán de lucro que cuando sobraba mucha plata porque los barcos estaban llenos de carga, sustituían el plomo de las anclas por plata ”.
El Pseudo Aristóteles (mir., 135) insiste en este mismo carácter: “Se dice que los primeros fenicios que navegaron hacia Tartessos obtuvieron tal cantidad de plata a cambio de aceite y otras mercancías que habían traído, que no podían aceptara ni tomar más, por lo que se vieron obligados al regresar de estos lugares, a fabricar de plata todos los objetos de uso corriente, incluidas todas las anclas ”.
Salustio (Bel. Yug., 19), por su parte, da una explicación totalmente distinta al afirmar que: “Más tarde los fenicios, unos para disminuir el exceso de probación en su país, otros por ansias de poder, captándose a la plebe y a otras gentes ávidas de aventuras, fundaron en la costa Hipona, Hadrumentum, Leptis y otras ciudades, que, habiendo prosperado mucho en poco tiempo, se convirtieron en defensa o motivo de gloria para sus metrópolis ”.
El mismo autor (Bel. Yug., 78, 1 ) dice en otro pasaje de su obra que: “La ciudad de Leptis fue fundada por los sidonios que, según lo que sabemos, llegaron en naves a estos lugares, huyendo de las discordias civiles...”
Tampoco habla de la búsqueda de metales Q. Curcio Rufo (IV, 4, 20) cuando dice: “Creo que en sus incursiones por mar libre y en sus continuos viajes a tierras desconocidas por otros pueblos, los tirios escogieron, o lugares donde colocar a su juventud, abundante en exceso por aquel tiempo, o quizá, por que cansados de los continuos terremotos, los cultivadores de la tierra se vieron obligados, arma al brazo, a buscar nuevos hogares lejos de la patria”.
Por su parte Flavio Josefo (Ant. Iud., VIII, 13, 2) dice lo siguiente: “Y esta ausencia de lluvias la menciona también Menandro a propósito de los hechos llevados a cabo por Itobaal, rey de Tiro en los siguientes términos <>. Menandro con esta indicación refiere la falta de lluvias ocurrida durante el reinado de Acab (ya que Itobaal, rey de Tiro, reinó en tiempos de Acab) ”.
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Mitos y leyendas.
Apolodoro (II, 1, 4; III, 1, 1) cuenta que: “...de Libia y Posidón nacieron gemelos, Agénor y Belo. Agénor marchó a Fenicia donde reinó y fue origen de la gran estirpe; por ello diferiremos hablar de él. Belo permaneció en Egipto y fue rey; se casó con Anquíno, hija de Nilo, y tuvo hijos gemelos, Egipto y Dánao, y según Eurípides además Cefeo y Fineo...Agénor marchó a Fenicia, donde, casado con Telefasa, procreó una hija, Europa, e hijos Cadmo, Fénix y Cílix; algunos dicen que Europa no era hija de Agénor sino de Fénix. Zeus, enamorado de ella, se transformó en un toro manso y sobre su lomo la llevó por mar hasta Creta. Unida allí a Zeus engendró a Minos, Sarpedón y Radamantis; pero según Homero Sarpedón era hijo de Zeus y Laodamía, hija de Belerofontes. Cuando Europa despareció, su padre, Agénor envió a los hijos en su busca, prohibiéndoles regresar sin ella. También fueron con ellos su madre Telefasa, y Taso, hijo de Posidón, o, según Ferecides, de Cílix. Incapaces de encontrarla tras intensa búsqueda, determinaron no volver a su hogar y se establecieron en diferentes regiones; Fénix en Fenicia, y Cílix cerca, y toda la zona bajo su dominio, cerca del río Píramo, la llamó Cilicia. Cadmo y Telefasa vivieron en Tracia; igualmente Taso, tras fundar la ciudad de Tasos en un isla cerca de Tracia, la habitó”.
Pausanias (V, 25, 12), por su parte, dice que: “Los de Tasos, que proceden de los fenicios que con Taso hijo de Agénor partieron de Tiro y de toda Fenicia en busca de Europa, ofrecieron en Olimpia un Hércules cuya base es, como la misma estatua, de bronce. La altura de la estatua es de diez codos, tiene la clava en la mano derecha y en la izquierda el arco. He oído que en Tasos veneraban al mismo Heracles que los tirios (Melkart), pero que al unirse a los griegos rindieron también culto a Heracles hijo de Anfitrión”. Y en otra ocasión (VII, 5, 5) : “Gozarías también en el Heracleión de Eritras y en el templo de Atenea de Priene, en este último lugar por su imagen, en aquel por su antigüedad. La imagen aludida no se parece ni a las llamadas Eginéticas ni a las atenienses antiguas, sino que en todo caso es precisamente egipcia. Arribó una almadia que trajo al dios desde Tiro de Fenicia”.
Del mismo autor (IX, 27, 6-8) es la siguiente información: “También hay en Tespias un santuario de Heracles cuya sacerdotisa hasta su muerte es una doncella...Además este templo me pareció más antiguo que la época de Heracles hijo de Anfitrión, y más bien de Heracles, uno de los dáctilos de Ida, del que vi que tenían santuarios los de Eritras en Jonia y los tirios. Sin embargo, los beocios tampoco desconocían el nombre de este Heracles, puesto que dicen que el templo de Deméter Micalesia fue fundado por Heracles Ideo”.
Heródoto, que escribía en el siglo V a. C., recoge también el eco de tales leyendas y de las tempranas navegaciones de los fenicios. A propósito del santuario de Afrodita urania en Ascalón (I, 105, 3) comenta: “...por cierto que este santuario, según he podido saber por mis averiguaciones, es el más antiguo de todos los santuarios consagrados a esa diosa, pues incluso el de Chipre, a decir de los propios chipriotas, tuvo en él su origen y fueron unos fenicios procedentes de esa parte de Siria quienes fundaron el de Citera”. Más adelante, con ocasión de contar su viaje a Tiro (II, 44) cuenta: “Y, con ánimo de obtener sobre el particular alguna información precisa de quienes podían proporcionármela, navegue también hasta Tiro de Fenicia, al enterarme de que allí había un santuario consagrado a Heracles. Lo vi ricamente adornado y, entre muchas otras ofrendas, en él había dos estelas, la una de oro puro y la otra de esmeralda que de noche refulgía extraordinariamente. Y, al entrar en conversaciones con los sacerdotes del dios, les pregunté cuanto tiempo hacia que habían erigido el santuario y comprobé que ellos tampoco coincidían con los griegos, pues sostenían que el santuario del dios había sido erigido al tiempo de fundarse Tiro y que hacía dos mil trescientos años que habitaban la ciudad. En Tiro, por cierto, vi también otro santuario dedicado a Heracles bajo la advocación de Tasio. Y me llegué, así mismo, a Tasos, en donde encontré un santuario de Heracles erigido por los fenicios que zarparon en busca de Europa y fundaron Tasos; y estos hechos son anteriores, por lo menos en cinco generaciones, al nacimiento de Heracles, hijo de Anfitrión, en Grecia”.
Esta información se complementa con esta otra del mismo autor en relación a las minas de Tasos (VI, 47): “Yo he visto con mis propios ojos dichas minas y, entre ellas, eran particularmente curiosísismas las que descubrieron los fenicios que acompañaron a Taso en la colonización de esa isla (que recibe su actual nombre en memoria de Taso, el citado fenicio). Esas minas que se remontan a los fenicios se hallan en Tasos entre dos parajes denominados Enira y Cenira, frente a Samotracia; consisten en un gran monte que, en el curso de las prospecciones, ha quedado derruido ”.
En otros muchos pasajes menciona Heródoto la presencia de fenicios llegados a Grecia. Asi con ocasión de discutir la influencia egipcia en los dioses griegos, y a propósito de Dionisos (II, 49, 3) dice: “Más bien, se me antoja que Melampo debió aprender el ritual dionisíaco de Cadmo de Tiro y de los que con él llegaron, procedentes de Fenicia, a la región que en la actualidad se llama Beocia”. Y en otro lugar(V, 58) de su obra añade: “ Y por cierto que, al instalarse en la región que he citado, esos fenicios que llegaron con Cadmo -entre quienes se encontraban los Gefireos- introdujeron en Grecia muy diversos conocimientos, entre los que hay que destacar el alfabeto, ya que, en mi opinión, los griegos hasta entonces no disponían de él...”
Respecto a la fundación del oráculo de Dodona dice también Herodoto (II, 54): “Y a propósito de los oráculos de Zeus de Grecia y Libia, los egipcios cuentan la siguiente historia. Los sacerdotes de Zeus tebano me dijeron que dos mujeres consagradas a la divinidad fueron raptadas de Tebas por unos fenicios, y que tuvieron noticia de que la una fue vendida en Libia y la otra en territorio griego; pues bien, estas mujeres fueron las primeras que fundaron los oráculos en los susodichos pueblos ”.
La expansión marítima.
Tucídides (I, 8), por su parte cuenta como los fenicios fueron precursores de los griegos en las navegaciones por el Mediterráneo y en la fundación de colonias. Al comienzo de su obra, hablando de las ciudades antiguas, construidas lejos del mar por temor a los piratas, dice: “Y no menos piratas eran los isleños que eran carios y fenicios. Habitaban la mayor parte de las islas y la prueba de ello héla aquí: cuando Delos fue purificada por los atenienses en el transcurso de la guerra que nos ocupa, y fueron abiertas las tumbas de los muertos que había en la isla, se encontaron con que más de la mistad eran carias, según fueron reconocidas por el atuendo de las armas que allí había enterradas y por la manera en que hoy aún entierran. Más una vez construida la escuadra de Minos, fue más fácil la navegación entre ellos, ya que éste desalojó de la isla a los piratas, al tiempo que establecía colonias en la mayoría de ellas...”.
Y, más adelante, el mismo Tucídides (VI, 2, 6) hablando de Sicilia afirma: “También los fenicios tenían asentamientos en todo el contorno de Sicilia, ya que se habían adueñado de los promontorios que dominan el mar, así como de las pequeñas islas vecinas a la costa, con vistas a sus intercambios comerciales con los sículos. Sin embargo, cuando los griegos comenzaron a arribar por mar en gran número, abandonaron aquellos la mayor parte de sus posesiones y se limitaron a habitar, en las cercanías de los élimos, Motia, Solunte y Panormo. Y ello tanto porque confiaban en la alianza de los élimos, como porque desde allí es más corta la travesía desde Cartago a Sicilia.”
Diodoro de Sicilia (V, 20) cuenta que: “Los fenicios, que, desde una época lejana, navegaban sin cesar para hacer comercio, habían fundado muchas colonias sobre las costas de Libia y un cierto número de otras en las regiones occidentales de Europa. Habiendo triunfado en sus empresas, acumularon grandes riquezas y resolvieron navegar hacia el mar que se extiende fuera de las Columnas de Hércules, y que es llamado Océano. En primer lugar fundaron en Europa, cerca del paso de las Columnas, una ciudad a la que, por ser una península, dieron el nombre de Gadeira, y en ella dispusieron todo como convenía a la naturaleza del lugar, así como un suntuoso templo dedicado a Heracles, e introdujeron magníficos sacrificios celebrados a la manera fenicia “.
La fundación de Gadir, Lixus y Utica.
Según el testimonio de Veleyo Patérculo (1,2,3): “Por aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve. Pocos años más tarde, en Africa fue fundada por los mismos Utica.”, quien fecha el acontecimiento en tiempos del retorno de los Heráclidas, unos ochenta años después de la caída de Troya. Como este último suceso era tradicionalmente situado en el año 1184 a. C., la fundación de la colonia tiria se remontaría, por lo tanto al 1104 a. C.
Plinio (N.H., XVI, 40; XIX) afirma que el templo de Melkart en Lixus era en algún tiempo anterior a aquel de Gadir: “...Hay también una malva arbórea en Mauritania, en el opidum de Lixus, sito sobre un estero, lugar donde antes estuvieron, según se cuenta, los huertos de las Hespérides, a 200 pasos del Océano, junto al templo de Hércules, que dicen es más antiguo que el gaditano ”, y que Utica se remontaba en su antigüedad a mil ciento setenta y ocho años antes de aquel en que él mismo escribía: “Memorable también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1178 años ”, Como quiera que éste era el 77 d.C., la fecha de la fundación de Utica se remontaría hasta el 1101 a.C.
Por su parte, Estrabón (I, 3, 2.) dice que la fundación de Gadir aconteció poco después de la Guerra de Troya: “Los fenicios navegaron por fuera de las Columnas de Hércules y fundaron ciudades, no sólo allí, sino también en medio de las costas de Libia, poco después de la guerra troyana”. Y en otro pasaje (III, 2, 14) añade: “Pero las primeras noticias fueron debidas a los fenicios, que dueños de la mayor parte de Iberia y de Libia desde antes de la época de Homero, quedaron en posesión de estas regiones hasta la destrucción de su hegemonía por los romanos ”. Asi mismo afirma (III, 2, 13) que: “la expedición de Heracles y la de los fenicios a estos parajes le dieron ( a Homero), de sus habitantes la idea de un pueblo rico y de buena condición...”
Pomponio Mela (III, 6, 46) atribuye aunque de una manera muy vaga la fundación de Gadir a las mismas fechas que Plinio y Patérculo: “Cerca de litoral que acabamos de costear en el ángulo de la Bética, se hallan muchas islas poco conocidas y hasta sin nombre; pero, entre ellas, la que no conviene olvidar es la de Gades, que confina con el Estrecho y se halla separada del continente por un pequeño brazo de mar semejante a un río. Del lado de la tierra firme es casi recta; del lado que mira al mar se eleva y forma, en medio de la costa, una curva, terminada por dos promontorios, en uno de los cuales hay una ciudad floreciente del mismo nombre que la isla, y en el otro, un templo de Hércules Egipcio, célebre por sus fundadores, por su veneración, por su antigüedad y por sus riquezas. Fue construido por los tirios; su santidad estriba en guardar las cenizas (de Hércules); los años que tiene se cuentan desde la guerra de Troya”.
El propio Estrabón (III, 5,5) recoge, al respecto, una noticia de Posidonio: “Sobre la fundación de Gadir he aquí lo que dicen recordar sus habitantes: que un cierto oráculo mandó fundar a los tirios un establecimiento en las Columnas de Hércules; los enviados para hacer la exploración llegaron hasta el estrecho que hay junto a Kalpe (Gibraltar), y creyeron que los promontorios que forman el estrecho eran los confines de la tierra habitada y el término de las empresas de Hércules; suponiendo entonces que allí estaban las Columnas de las que había hablado el oráculo, echaron el ancla en cierto lugar de más acá de las Columnas, allí donde hoy se levanta la ciudad de los exitanos. Más como en este punto de la costa ofreciesen un sacrificio a los dioses y las víctimas no fueran propicias, entonces se volvieron. Tiempo después, los enviados atravesaron el estrecho, llegando hasta una isla consagrada a Hércules, situada junto a Onoba, ciudad de Iberia, y a unos mil quinientos estadios fuera del estrecho; como creyeron que estaban allí las Columnas, sacrificaron de nuevo a los dioses; más otra vez fueron adversas las víctimas y regresaron a la patria. En la tercera expedición fundaron Gadir, y alzaron el santuario en la parte oriental de la isla, y la ciudad en la occidental ”.
Las causas de la expansión fenicia.
Diodoro de Sicilia (V, 35, 4-5) la atribuye a la búsqueda de metales y hace hincapié en el intercambio desigual que proporcionó a los fenicios grandes ganancias: “Siendo desconocido este uso (de la plata) entre los naturales del país, los fenicios lo utilizaban para sus ganancias comerciales, y cuando se dieron cuenta de ello adquirieron la plata a cambio de pequeñas mercancías. Así, los fenicios que la llevaron hasta Grecia y Asia, y todos los otros pueblos, adquirieron grandes riquezas. Hasta tal punto se esforzaron los mercaderes en su afán de lucro que cuando sobraba mucha plata porque los barcos estaban llenos de carga, sustituían el plomo de las anclas por plata ”.
El Pseudo Aristóteles (mir., 135) insiste en este mismo carácter: “Se dice que los primeros fenicios que navegaron hacia Tartessos obtuvieron tal cantidad de plata a cambio de aceite y otras mercancías que habían traído, que no podían aceptara ni tomar más, por lo que se vieron obligados al regresar de estos lugares, a fabricar de plata todos los objetos de uso corriente, incluidas todas las anclas ”.
Salustio (Bel. Yug., 19), por su parte, da una explicación totalmente distinta al afirmar que: “Más tarde los fenicios, unos para disminuir el exceso de probación en su país, otros por ansias de poder, captándose a la plebe y a otras gentes ávidas de aventuras, fundaron en la costa Hipona, Hadrumentum, Leptis y otras ciudades, que, habiendo prosperado mucho en poco tiempo, se convirtieron en defensa o motivo de gloria para sus metrópolis ”.
El mismo autor (Bel. Yug., 78, 1 ) dice en otro pasaje de su obra que: “La ciudad de Leptis fue fundada por los sidonios que, según lo que sabemos, llegaron en naves a estos lugares, huyendo de las discordias civiles...”
Tampoco habla de la búsqueda de metales Q. Curcio Rufo (IV, 4, 20) cuando dice: “Creo que en sus incursiones por mar libre y en sus continuos viajes a tierras desconocidas por otros pueblos, los tirios escogieron, o lugares donde colocar a su juventud, abundante en exceso por aquel tiempo, o quizá, por que cansados de los continuos terremotos, los cultivadores de la tierra se vieron obligados, arma al brazo, a buscar nuevos hogares lejos de la patria”.
Por su parte Flavio Josefo (Ant. Iud., VIII, 13, 2) dice lo siguiente: “Y esta ausencia de lluvias la menciona también Menandro a propósito de los hechos llevados a cabo por Itobaal, rey de Tiro en los siguientes términos <>. Menandro con esta indicación refiere la falta de lluvias ocurrida durante el reinado de Acab (ya que Itobaal, rey de Tiro, reinó en tiempos de Acab) ”.
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